El trueno cae y se queda entre las hojas

jueves, 21 de octubre de 2010

Trueno entre hojas

Aprovechando el generoso instrumento de expresión llamado blog, hemos pasado a la acción quienes nos hemos cansado de esperar la benevolencia periodistica de la ciudad de Valencia con la literatura.
Y por nuestro carácter independiente y reivindicativo no hemos dudado en elegir como título para este blog el de una grandiosa obra de cuentos del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, que recoge el grito de los seres humanos corrientes entre la hojarasca, la vida con la que tropezamos a cada instante: El trueno entre las hojas.
Nuestra "dichosa Valencia" (perdón a los de aquel título colectivo de los ochenta, perdón Víctor Orenga) suele dar la espalda al libro. En realidad, nunca le ha dado su pecho. Durante estas últimas décadas había dinero y gozosamente se aumentaba la deuda de las arcas oficiales para mantener un sistema literario sin abordar las raíces del problema de esta tierra: su consideración del libro como un objeto de lujo para el comedor. En esta ciudad tan "bonica" un libro adquere el mismo valor social que una lámpara. Incluso puede ser menos importante, porque con una lámpara y un sofá un entrenador de fútbol, Rafa Benítez, ganó una liga de fútbol en 2004 con el segundo equipo más antiguo de la villa.
Pero ahora se acabó el maná público. Entre grandilocuencias fastuosas, como el Palau de les Arts, cuyos costes de mantenimiento superan todo producto de facturación del universo editorial valenciano, y despilfarros de eventos, nos hemos quedado catatónicos. Como el pobre de los tebeos con el forro por fuera del bolsillo. Dicho de otro modo: compuestos y sin novia. No hay dinero ni para quienes han de recoger los favores políticos que se les debe en el ámbito cultural.
Sin embargo, creo que no debemos darle importancia a la eliminación absoluta de la difusión literaria culta. ¿Para qué sirve? Mi hornero me dice que es para que unos cuantos nos vayamos de viaje a pasar una semana a pan y mantel. Quizá tenga razón, o al menos lo pensaré, porque quizá soy culpable de querer ejercer un oficio tan inservible como es el de crítico e investigador literario. ¡Quién me manda a mí desear que se gaste un ayuntamiento un poco de dinero en animar a la población a que lea buenos libros, y no sólo a comprar libros a metros!
Al fin y al cabo, ¿para qué sirve una buena novela o un buen poema? Para nada salvo que decidamos comernos las hojas de papel, lo cual en el futuro será dificil porque no me veo comiéndome un e-book.
Por eso, querida prensa, queridos políticos, queridos escritores, queridos críticos, queridos técnicos de cultura... acabemos con esa funesta manía de pensar de una vez y dediquémonos a quemar el pensamiento reflexivo con subvención municipal incluida.
Aunque pensándolo bien, todavía no sé para qué sirve una Sociedad Anónima Deportiva cuyo endeudamiento privado hemos de sufragarlo entre todos con esos impuestos autonómicos que siempre se eliminan pero siempre hay que pagar.
Queda inaugurado este blog donde encontraréis reseñas y comentarios referentes al mundo literario. Desde aquí quemaremos los libros. Aquí sí podré contar lo que me place con respecto, educación y con ánimo de ofender cuando sea preciso. Como un trueno entre las hojas.

7 comentarios:

  1. Saludos y mucha suerte en esta nueva andadura.

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  2. ¡¡¡ Albricias, por esta iniciativa tuya !!! Abrazo

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  3. Gracias, amiga Lourdes. Lo llenaremos y así podrás disfrutar.

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  4. Espero que el trueno suene rotundo entre las frondas (y la hojarasca). Curiosa paradoja: tu blog va a ser troyano del mayor troyano del libro impreso, el magma del ciberespacio. Espero que tus truenos contribuyan a combatir la profecía exterminadora de Nicolas Negroponte. Para otra perspectiva te sugiero la relectura del capítulo "El héroe cansado", página 213 de "McLuhan en la era de Google".

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  5. Bienvenido este tu nuevo espacio de expresión... Te leemos desde Paraguay...

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  6. Gracias a todos y ruego que me deis palos cuando sea necesario. Alimentaremos este bichito para que tenga dignidad.

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  7. Pedro:
    Estoy con el capítulo de tu libro. Muerte a la profecía de Negroponte.
    Parece que habrá una larga época de convivencia. Creo que alguien se ha dado cuenta de que los compradores de e-books no eran compradores de PC's. No eran los grandes lectores que creían ser. Esos seguimos prefiriendo el ritual del silencio aunque sea en el autobús.

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