El trueno cae y se queda entre las hojas

martes, 5 de junio de 2012

César Simón periodista.


CUANDO LA PROSA ES INTENSA
César Simón. Edición de Miguel Catalán. Colección Papeles de prensa. Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 2003.
            Dicen algunas lenguas que el poeta debe escribir en verso y emplear recursos líricos en abundancia con preferencia. Dicen que el poeta debe ser poeta y demostrarlo cuando escribe en prosa. Hay poetas que no leen más que poesía. Pero, nadie olvida los escritos críticos de Óscar Wilde, ni las magníficas memorias de Alberti y de Neruda. Y son prosa. ¿Pero por qué los grandes poetas han escrito páginas memorables en prosa breve? Por citar el ejemplo de un libro de reciente aparición, José Hierro expuso su mejor teoría lírica en sus iniciáticos Guardados en la sombra, pequeños ensayos muy elaborados sobre distintos temas. Y podremos añadir otros ejemplos.
            Valencia cuenta con un articulismo periodístico muy digno; desde luego es una de las escasas razones que nos empujan a abrir alguno de sus periódicos. No nos referimos a aquellos autores que viven o publican en las ediciones de Madrid o Barcelona, sino a los de Levante y Las Provincias y las ediciones autonómicas de los diarios llamados “nacionales” con impropiedad. Es un placer leer las columnas de Eduardo Alonso, María García-Lliberós, Carmen Amoraga, César Gavela, Miquel Alberola, Vicente Muñoz Puelles, Alfons Cervera, Carlos Marzal, etc., todos ellos grandes escritores.
Entre ellos se encontraba César Simón (1932-1997), fiel reflejo de la capacidad del poeta de obra consagrada para dibujar con trazo breve episodios de la vida que le rodea, sin esa fiebre de la premura periodística de urgencia. Miguel Catalán, en una edición de la Institució Alfons el Magnànim, presidida por el escritor Ricardo Bellveser, ha sabido reconstruir y unificar una parte importante de los artículos periodísticos de Simón, uno de los grandes poetas valencianos, de la generación de los nacidos en los años treinta del siglo XX, con este volumen titulado con el nombre del autor, que inaugura la colección Papeles de prensa; una colección que pretende ir reuniendo el articulismo periodístico valenciano de mayor calidad.
En esta edición, nos adentramos en el César Simón que se siente testigo de la vida y de la sociedad que gira a su alrededor, ante la que reivindica el derecho al sosiego; su derecho a ser útil sin hacer nada, y como recuerda que dijo Baudelaire, la literatura es un trabajo que con frecuencia consiste en no saber hacer nada. Frases como ésta se repiten continuamente en los artículos seleccionados, hasta generar aforismos filosóficos profundos. Por ello, el antólogo Miguel Catalán nos ha ofrecido una selección que ilustra la maestría de César Simón como articulista. Sus opiniones personales, su reivindicación del silencio y del derecho a vivir en contemplación, la mirada irónica hacia determinados aspectos y temas, y, sobre todo, el estilo medido -y comedido- de quien se siente y se autorreivindica como poeta de vocación y actos.
Uno de los aspectos más destacables de la antología es su división en partes por los temas, que suelen, por otro lado, coincidir con alguna de las preocupaciones del autor en su obra poética: “Del existir”, “Del convivir”, “De la naturaleza”, “De libros y otros papeles”, “De la escritura”, “De los escritores”, “De la política”, “De la intrahistoria”, “De las artes” y “Del paso del tiempo”. No es necesario reiterar la idea de la independencia de sus opiniones, pero sí subrayar las dos ideas que expresa Catalán en la breve introducción: la originalidad y la forma cuidada de los artículos. Para los amantes de la literatura, son muy atractivos los artículos de los apartados sobre los libros, la escritura y los escritores.
En ocasiones, los artículos aparecen sin fechar por problemas que señala el antólogo., con las erratas corregidas, y remiten a hechos de la época que reconocimos como vividos. Pero nosotros los vivimos apresuradamente, mientras César Simón los detenía para examinarlos, evaluarlos y dictaminar su conclusión. La recurrencia temática es abundante (el tiempo es un motivo permanente, casi obsesivo), pero hay diferencia en el tratamiento en cada artículo. El resultado es su intemporalidad y la sensación de que César Simón paró su alrededor, como Josué hizo con el sol ante las murallas de Jericó, para extraer el jugo del detalle cotidiano aparentemente ínfimo. De ahí su admiración por Azorín, Gabriel Miró y Gil-Albert, o su preferencia por Kafka antes que por Borges, porque lo importante es la expresión medida y justa: la propiedad en el empleo de la palabra.
Cela afirmó que a los siete años un mismo suceso era ya otro distinto. Con César Simón no es así. A los casi veinte años cumplidos desde la aparición de muchos de estos artículos, un suceso sigue siendo el mismo porque nuestro autor ha sabido detener el tiempo con sus palabras. No a convertir el tiempo físico en tiempo subjetivo, al estilo machadiano: para recoger el tiempo pasado y el posiblemente futuro en el presente con el objeto de sujetarlo y gozar del instante. Lo cierto es que las opiniones transcienden y son actuales plenamente. No ya por ingeniosas -que lo son-, sino por la alta calidad de las reflexiones. Persigamos la prosa breve de los grandes poetas, y encontraremos las claves de su universo. Como ocurre con César Simón.

José Vicente Peiró (2003)

No hay comentarios:

Publicar un comentario